Definitivamente la cuarentena ha sido todo un viaje para cada uno de nosotros. Un viaje distinto, pero con algo en común: 4 paredes. Cuatro paredes que han sido testigo de lágrimas, ira, frustración, alegría y confusión. El aislamiento ha provocado el enfrentamiento de aquello que tanto hemos intentado esconder, de todo aquello de lo que constantemente huíamos. Este tiempo nos ha hecho enfrentarnos a nosotros mismos. A nuestras inseguridades, a nuestros miedos y así mismo a lo que pretendíamos conocer. Nos hizo ver el mundo desmoronarse y la vida decaer desde la comodidad de nuestros hogares, haciendo que un ambiente tan acogedor se sintiese tan pesado y extraño.